lunes, 13 de diciembre de 2010

¿QUÉ VALE ESTE PAR DE ESPUELAS?

Quién haya leído o escuchado “El remate”, un hermoso poema gauchesco que hace referencia a la aparentemente nula valoración que sus conocidos hacen de las pertenencias de un gaucho viejo en situación de bancarrota, o aquel otro que habla de que no se puede tasar un campo con ojos de forastero, o haya tenido que vender obligatoriamente alguna vez alguna cosa que le haya dejado un agujero en el corazón, debe tener bien en claro que hay cosas que para quien las ama o necesita, no tienen realmente precio. Eso es lo que pasa con nuestras palomas. Su valor intrínseco es incalculable. Pero si de todos modos tuviésemos que tasarlas “con ojos de forastero”, en ocasión de tener que venderlas o rematarlas, tendríamos que hacer un cálculo aproximado de lo que hemos invertido hasta ese momento en ellas y a éso, que no sería poco, deberíamos añadirle el valor agregado subsiguiente, como, por ejemplo, si han tenido un buen desempeño en las carreras que llevaran disputadas o si se tratase de algunas de nuestras mejores enrazadoras. ¿Qué problema, no? Desde luego, los pichones o los añeros, como aún no han podido demostrar todo lo que podrían ser capaces de hacer en el curso de sus existencias, tendrían menos valor monetario que las adultas que ya cargan muchísimos kilómetros sobre sus esforzados corazones. Pero, así y todo: ¿Cuánto puedea valer un añero que recién está haciendo sus primeras experiencias? ¿Cuánto gastamos para alimentarlo y entrenarlo convenientemente? Si tuviésemos únicamente en cuenta los gastos que hemos hecho para ponerlo en condiciones de competir, no sé cuánto tendríamos que pedir por él. ¿500? ¿1.000 pesos? Estas palomas inexpertas y también las de ya probada calidad, podrían llegar a alcanzar muchas veces precios que no todos se encontrarían en condiciones de pagar.¿Por qué entonces carecen de valor innumerables veces cuando quedan al cuidado de los que van a tener que soltarlas? ¿Da lo mismo para ellos que se pierdan o no? ¿Creen los organizadores de las sueltas que sale más barato para todos que estas personas vuelvan cuánto antes? ¿Estamos nosotros de acuerdo en que las suelten cuando todo hace presumir que les será muy dificultoso regresar? ¿Es sensato que ahorremos un poco por un lado y perdamos cuantiosamente por el otro? Todos sabemos que el éxito de una suelta depende de las previsiones que se tomen para que nuestras palomas puedan regresar sin demasiados contratiempos. Los aeropuertos clausuran los vuelos cuando el mal tiempo amenaza con poner en grave riesgo la vida de los pasajeros y tripulantes de los aviones que deben transportarlos. ¡Eso sí que es obrar con sensatez!Pero los más de los "colombófilos" creen que las palomas son todopoderosas y que pueden volar con cualquier tiempo que sea. Y así nos va. A pesar de que ahora contamos con la inestimable posibilidad de valernos de informaciones meteorológicas confiables para soltarlas conforme corresponde, seguimos pensando que si en el lugar de la suelta la meteorología no se muestra demasiado hostil, deben largarse nomás, no importando si a pocos o muchos kilómetros más allá existe una neblina impenetrable,llueve a cántaros o sopla un viento fortísimo. ¿Por qué gastamos tanto dinero en nuestras palomas si después, en un momento dado, las dejamos libradas a su suerte? ¿Qué clase de locura es ésa? En todos los años que llevamos transcurridos en este menester, jamás escuchamos que se hayan perdido tantas palomas como en los últimos tiempos. Se comenta que en Bahía Blanca nada más, se perdieron como cuatro mil de los cinco mil pichones que habían sido anillados. ¿No será ésta una manera de “seleccionar” demasiado rigurosa e inhumana? ¿Cómo sabemos que las pocas que regresaron son buenas? ¿Cómo sabemos que no fue otra cosa más que suerte? No está en nuestra intención criticar ni a las asociaciones organizadoras ni a los encargados de efectuar las sueltas que resultaron infortunadamente desastrosas. Simplemente, y aprovechando que la temporada deportiva acaba de finalizar, nos parece necesario y conveniente preguntarles a quienes nos lean, si no vamos a hacer nunca ninguna reflexión acerca del por qué han podido ocurrir cosas como éstas. Si no vamos a hacer nunca, entre todos, un análisis objetivo y serio, acerca de esta preocupante problemática que genera tan cuantiosa pérdida de animales, de tiempo, de dinero y de esperanzas, a fin de que, pudiendo evitar estas calamidades en el futuro próximo, adoptemos las providencias que tengamos que tomar. No ganamos nada reduciendo los gastos de encanastamiento o de enjaule, esperando que los conductores de las palomas regresen cuánto antes para no aumentar el monto de los viaticos, si a causa de eso nuestros palomares corren el riesgo de quedarse anualmente vacíos.

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