domingo, 28 de febrero de 2010

Sobre la importancia de los pedigrís





HUMORADAS VOLANDERAS


El artista británico concluye su trabajo. El editor que le ha tirado la idea concentra su atención en el dibujo y se regodea. ¡Ni él mismo podría haberla representado mejor!
Hecho a mano alzada y economizando al mango los detalles, el boceto es flagrantemente tosco, pero podría decirse que exhibe una sencillez estructural maravillosa.
Sólo muestra a seis palomas navegando por un cielo parcialmente nublado, pero como dos de ellas vuelan un poco distanciadas de las otras cuatro, que focalizan la mayor atención, es fácil imaginar que todas forman parte de un contingente mucho más numeroso.
No se puede saber si llevan o no anillos porque sus extremidades inferiores se encuentran retraídas, pero inferimos en el acto que se trata de un grupo de “mensajeras” regresando a sus palomares.
Tres de ellas vienen, al parecer, charlando animosamente, y tienen sus cabezas orientadas hacia la cuarta, que vuela un poquito rezagada y con el pico notoriamente abierto, como si respirase con dificultad.
Es la única que desentona: colgándole flojamente del cuello, remolca una insólita y relativamente enorme hoja de papel.
El contenido de esta última es difuso, pero quienes gozan de una excelente visión a corta distancia (o los que utilicen eventualmente una lupa), podrán darse el lujo de descubrir que se trata de un organigrama.
Como el artista entendió que hubiera sido desacertado dibujar con sus picos abiertos a las que aparecen conversando y menos aún a aquella que tendrá que explicar a los lectores lo que está sucediendo, no fuera que se la creyese también al borde del agotamiento, se los delineó inequívocamente apretados.
Y convirtiendo así y todo a una de ellas (sin darnos oportunidad siquiera de adivinar cuál es), en hábil ventrílocua, le hace decir que, a pesar del pedigrí que lleva colgando de su cabeza (debería haber dicho “de su cuello”) la que va con el pico abierto, no volaba más rápido que ellas.
El mensaje transmitía perfectamente la intención de quien lo hab-ía astutamente urdido.
¿Y de qué quería burlarse el autor de la divertida ocurrencia? De la importancia que los colombicultores damos a los antecedentes familiares de nuestras aves al efectuar los emparejamientos.
No hace falta que seamos unos sicólogos profesionales para darnos cuenta de que el que está oculto detrás de la imagen no cree para nada en la eficacia de los mismos, y menos aún, para dejar de advertir que, mofándose abiertamente de nosotros, pretende que nos riamos de nuestra propia estupidez y que comulguemos, inadvertidamente, con esa particular manera de pensar.
El lector que confiadamente examinase aquel dibujo pintoresco con la ingenua idea de ejercitar un poco su músculo risorio, difícilmente podría dejar de escuchar el mensaje que le estará transmitiendo por lo bajo a su cerebro.
El editor sabía perfectamente que cuando se trata de esquivar deliberadamente la acción del filtro del raciocinio, una imagen vale siempre más que un millón palabras.
Y puede parecer mucho más convincente aún, si se le agrega al pie, como ocurre aquí, una aparentemente anodina oración aclaratoria.
¿Y qué reacciones podríamos esperar de parte de sus desprevenidos destinatarios?
En el caso de un palomero curtido, de esos que aprendieron hace rato a distinguir lo bueno de lo malo, pensará que se trata de un chusco medio agarrado de los pelos, de una humorada demasiado ácida tal vez como para caerle simpática; esbozará a lo mejor una sonrisa indefinida y, sin otorgarle la menor importancia, pasará a leer el artículo siguiente.
El problema aparece cuando el que valora el significado de esa imagen es un neófito, o un aficionado de esos que está tratando aún de atesorar la necesaria experiencia profesional.
No se detendrá a pensar siquiera en lo que aquel pico abierto podría estar significando si se tratase de un caso real.
Lejos de deberse a la posesión de ilustres ascendientes, la paloma aquella podría estar evidenciando una escasa o nula preparación deportiva, o el padecimiento de una enfermedad respiratoria… y hasta quejándose de lo estorbosa que le resulta la existencia del papel que lleva colgado del cuello y que le impide desplazarse con la necesaria desenvoltura.
Pero como el mensaje que puede leerse más abajo proclama abiertamente que esa pobre paloma que vuela cansada, rezagada y con el pico abierto, está experimentando la terrible desgracia de contar con un frondoso pedigrí, mientras que las descastadas que reman entusiásticamente a su lado no sólo vuelan mejor y más rápido que ella, sino que lo hacen también despreocupadamente, pensará que aquel patético papel no sirve en realidad para nada, que sólo representa una inútil pérdida de tiempo y que le resultará más práctico acoplar como quien dice “a ojo de buen cubero”, elegir los animales por la pinta, juntar bueno con bueno sin mirar para atrás, y hasta dejar que sus animales se emparejen libremente, a su entero albedrío.
Los mensajes que nos envían las revistas especializadas, incluyendo los que nos llegan a través de esta clase de dibujos, deben ser cuidadosa y responsablemente elucubrados, porque tienen mucho que ver con el adecuado desarrollo de nuestra formación profesional.
Se dirá que el dibujo al que hago referencia sólo pretendía hacernos reír y que no hay que pagar por el pito más que lo que éste vale, pero aseverar siquiera jocosamente que el pedigrí no sirve para nada, no es poca cosa y menos aún algo completamente intrascendente.
Los árboles genealógicos de las aves intervinientes en un acoplamiento determinado son algo así como los planos de los que se sirven los constructores para fundar y erigir sus complejas edificaciones.
Nosotros les hemos agregado, para mejor proveer, la lista de los materiales que van a ser utilizados y los nombres de quienes podrían proveerlos, conforme a sus acreditados antecedentes.
Es la única manera de saber qué es lo que podríamos llegar a obtener… contando con un poco de suerte.
No serán infalibles, desde luego (nada lo es), pero por algo fue que los inventaron… los mismos británicos, que siempre fueron extraordinarios criadores.
La cosa es que ahí están esquematizados los animales que hemos elegido cuidadosamente para que sean nuestros proveedores genéticos.
Y los hemos seleccionado entre otros muchos reproductores en ciernes al momento de tener que hacer los emparejamientos porque, como decía cierto folclorista criollo, “naide larga nada afuera si no tiene nada adentro”.

1 comentario:

  1. El articulo es muy bueno,los felicito.
    Tienes nuestra pagina a tu disposición para publicarlos si así te parece.
    Un abrazo colombófilo.
    Carlos Nieri Massa.
    nieripigeons-manager

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